Descripción
…Nunca había prisa cuando me escapaba por los caminos. Las tardes de verano eran inmensas y la noche te acogía con un arrebol tibio y multicolor.
La aventura iba salpicada de extraños insectos, setas furtivas que conquistaban troncos húmedos, pájaros escondidos en la maleza, madrigueras desconocidas huesos blanqueándose con el sol y las hormigas…
A veces quedaba ensimismada con el pavoroso espectáculo de la naturaleza. Y, mientras se desentrañaba el misterio, corría… corría feliz por los barbechos cuajados ese año de hierbas altas, cardos y avena loca.
Las mariposas se movían con su danza aparentemente aleatoria sobre aquella selva en miniatura como rayos de sol irisado que buscaran un planeta donde posarse.
Cruzar a toda velocidad aquella tormenta de nieve cálida, entre las mariposas las hierbas y la avena loca era como zambullirse directamente en el misterio. Un universo a mi medida que me susurraba sus secretos.
Ya entonces lo sabía. Sí, aquellos eran momentos de plena felicidad.